domingo, agosto 05, 2012

Tienes que esperar en la cola, siempre, aunque sea una persona la que está delante de ti, siempre vas a esperar (a menos que seas hombre).

No hay papel. No hay jabón. No hay agua. No hay ninguno. Si eres mujer, lo primero importa si vas a orinar o si vas a cagar (sí, cagar, no sean sensibles). Si eres hombre, tienes suerte en la primera situación, otra vez (maldito).

Hay papel. Es demasiado nuevo y no puedes encontrar el comienzo. Es como tratar de usar la cinta de embalaje a la que te olvidaste de marcar donde comienza. Le das vueltas y vueltas, pero no, creo que se esconde. Finalmente lo encontraste, ahora, jalas, y te queda un pedazo de dos centímetros en la mano. Intentas otra vez, ahora uno más pequeño y así hasta que en una de esas el rollo por fin da la vuelta y te da una cantidad que de verdad sea útil.

La bomba es automática. El caño es automático. ¡Yeei! No tengo que contagiarme las bacterias de otros. Aguanta, para salir, tienes que abrir la puerta. Jalando. Cerrando tu puño en el mango. Donde todos cerraron el puño antes que tú. ¡Bienvenidas, bacterias!