viernes, julio 03, 2009

Uno de "esos" recuerdos...

Estaba sentada en la sala de embarque esperando a que llamaran mi grupo. Yo nunca elijo mis asientos en un avión. Siempre me toca entrar en uno de los últimos.

Había una señora sentada a mi lado, ella era de Cusco y le dije que yo también (e hice la aclaración correspondiente: no del mismo Cusco, más al sur: en Sicuani). Solo había venido a Lima para visitar a sus hijos. No estaba acostumbrada a volar y estaba preocupada porque no entendía mucho cómo era eso de las llamadas por grupos y se lo expliqué. Ella no estaba en el mío.

Por fin me llamaron. Me gusta caminar hacia el avión en lugar de pasar por la manga. Ese día no había manga. Estaba nublado, pero se podía sentir el sol, lo cual normalmente odio, pero no me importaba mucho en ese momento. Subí y adentro hacía calor. Me saqué la polera (¡no!), no esperaba tener que hacerlo y tenía un polo de fiesta dentro. Guardé mis cosas y me senté. Estaba en el asiento del pasillo de la derecha.

La gente seguía entrando. Llegó una pareja de extranjeros. Era tierno verlos, sonreían y se notaba que estaban emocionados, pero parecía que no podían encontrar sus asientos. La mujer se sentó en el asiento del medio de la izquierda y su esposo, a mi lado. Se miraron decepcionados de no estar juntos.

Pensamientos sucesivos. Diles que te cambias de sitio. Me da roche. No seas mala.

Y entonces lo vi. Cillian Murphy caminando hacía mí en busca su asiento. ¡Sientáte a mi izquierda!. No sé ni por qué lo pensaba, nunca me atrevo a hablarle a nadie de todos modos. Pasó de largo. Volteé a mirarlo, él volteó también así que me senté derecha al segundo. ¿Me habrá visto? Sentí que regresaba. ¡Oh no! ¡Sí se sienta a mi izquierda! ¡Cámbiate de sitio! Cuando pienso mucho algo, termino no haciéndolo... y en ese momento... ¡Al diablo! Do you want me to switch seats with your wife? Oh! Thank you! Thank you! Y le dijo algo en su idioma. Me levanté y ellos se sentaron juntos. Me sonrieron y me senté también.

Parece que tengo nuevo compañero. ¡Oh no! El churro me está hablando, di algo inteligente. Eh, sí... Risa tonta delatora de nerviosismo.

El avión comenzó a moverse. Cogí los posabrazos y él también. La parte que más odio es el despegue. ¡Me habla otra vez! Yo no soporto el despegue ni el aterrizaje. Sonrió.

Avión estable.

Me contó que era francés y que había venido de intercambio hacía un año atrás y se había quedado por una chica. Ya no estaban juntos. Ahora trabajaba en un banco y viajaba eventualmente a ver a su familia. Ahora voy a Cusco a ver un concierto de piano en la iglesia de Andahuaylillas, los músicos son franceses. Seguro va a estar genial, me gustaría ir, pero no sé si pueda; yo voy especialmente para la fiesta de Halloween de un restaurante genial. Yo no tengo planes para la noche. Puedes venir si quieres, pero tienes que disfrazarte.

Dejamos de hablar. Traté de leer un poco. Había llevado mis separatas (ingenua, regresé a Lima con las separatas en blanco, solo un poco más arrugadas). Mostró interés en el título y le hablé un poco de lo que yo hacía.

No hablamos más. Para iniciar conversaciones no soy nada creativa y, tal vez, tampoco él. El capitán anunció que aterrizaríamos en instantes. Me pidió mi número y me puse más nerviosa aún. Él también me dio el suyo. ¿Tienes RPC? ¿Qué es eso? Le timbré sin saldo y su celular sonó. Sí, si tienes, eso significa que puedo llamarte gratis. Creo que eso sonó súper tonto.

Su nombre era Lionel (no Cillian).

Aterrizaje.

Bajó primero. Lo vi caminando mientras todos íbamos por los equipajes. ¿Debería alcanzarlo? Lo alcancé... Lo miré... Lo pasé. Llegué al sitio de equipajes. Me alcanzó y se paró junto a mí. Yo solo tengo equipaje de mano así que voy de salida. Ok, llámame si te animas por la fiesta. Me besó en la mejilla.

Nunca vi subir ni bajar a la señora que estaba sentada junto a mí en la sala de embarque y siempre me preguntaré si lo hizo. Cuando le expliqué lo de los grupos no parecía muy convencida y, antes, comentó acerca de lo caro que le parecían los pasajes de avión.

Espero que no haya perdido el vuelo. Me sentiría culpable.